La llamada “ingeniería sísmica” inició su desarrollo en EEUU a principios del siglo XX, a partir de la toma de conciencia de la necesidad de incorporar un grado de deformación inelástica (plástica) en las estructuras y de cómo administrar esta deformación y ductilidad.

Este principio abrió a los ingenieros un camino para controlar las fuerzas y así también el grado de rigidez que necesitaban las estructuras.

Para comprender mejor este principio hay que remontarse a uno de los padres de la ingeniería sísmica, el norteamericano George Housner, quien en 1956 estableció claramente las bases fundamentales de la respuesta sísmica de las estructuras: ”El efecto de un gran movimiento es alimentar de energía a la estructura“, explicaba.

Michael Rendel, Gerente Técnico de Sirve, se refiere a los sistemas de protección sísmica.

Los disipadores tipo AMS® (Amortiguadores de Masa Sintonizada) son masas de concreto pesado, rellenas en algunos casos con bolones de acero, que se instalan en el techo de los edificios sobre apoyos elásticos o colgados y se sintonizan al movimiento del edificio.

Son una especie de contrapeso que siempre se opone al movimiento del edificio reduciendo sus deformaciones y protegiendo de esa forma a la estructura y sus contenidos.